Si para los más conservadores de la disciplina, la arquitectura no tiene género, desde Italia una voz se alza con fuerza y sin vergüenza para demostrar lo contrario: es la de Fabio Novembre, uno de los nombres más resonantes entre marcas y ferias internacionales. La pasión como motor, las curvas del cuerpo de la mujer y la libertad como estilo de vida forman parte de su manual creativo. En entrevista exclusiva con Estilo Propio, compartió recuerdos y reflexiones sobre su vida y obra.
¿Qué querías ser de chico?
Nunca fui el tipo de niño que sueña con ser un astronauta o algo así. Viví mi niñez de forma simple, disfrutando el presente, maravillándome todos los días, aunque fuera por el color de una flor.
¿Cuándo tomaste la decisión de estudiar arquitectura?
Mi encuentro con la disciplina fue accidental: a los 18 años pensé que la arquitectura era el punto perfecto entre los estudios humanísticos y científicos. Ser un arquitecto sigue significando ese balance entre lo intelectual y lo científico. Después de todo, soy de Libra.
Tu papá tenía una tienda de mobiliario, ¿cuánto incidió eso en tu formación?
Mi papá y su trabajo fueron la conexión con una percepción del espacio más profunda. La época en la cual crecí coincidió con una gran explosión de creatividad en la industria del mobiliario: tuve acceso a la vanguardia estética solo por visitar a mi padre en su trabajo. Muchos de los íconos de diseño que estudié en la escuela de arquitectura eran parte de mis juegos y recuerdos de niño.
¿Qué tipo de vínculos construís entre las tres disciplinas que atraviesan tu trabajo profesional (arquitectura, diseño industrial e interiorismo)?
Siempre estuve de acuerdo con lo que dice ERNESTO NATHAN ROGER: “desde la cuchara a la ciudad”. Básicamente, significa que el enfoque del diseño puede afrontar cualquier escala sin muchas diferencias. Personalmente, siempre utilicé una metáfora del cine para comparar a los tres: el diseño de mueble es como una fotografía, el diseño de interiores es como un cortometraje y la arquitectura es como un largometraje. La diferencia radica en el presupuesto, porque en cuanto a habilidades e imaginación, se necesita el mismo nivel para las tres.
¿Cómo llega la mujer y la forma de su cuerpo a tu obra?
El humano, más especialmente el sexo femenino, es mi fuente de inspiración principal. Hay una idea antropomórfica de perfección que se utiliza en casi todas las religiones como una explicación de la existencia de Dios. Digamos que prefiero a las Diosas y que a través de la historia del arte se pueden ver rastros de lo divino en la representación de un cuerpo femenino desnudo. En L’origine du monde y mi obra HER se puede encontrar un denominador en común que puede ser definido como amor.
¿Cuál fue el proyecto más difícil de tu carrera hasta ahora? ¿por qué?
Probablemente un picaporte. Hay una razón: desde que soy niño, detesto las puertas. Todo lo que separe, metafórica y espacialmente, es algo que no puedo aceptar. Por eso, cuando me pidieron que diseñe un picaporte, tuve ganas de rechazar la oferta. Pero terminé transformándola en una oportunidad: ¡superar fronteras! Partí desde el picaporte más simple e icónico, una barra curva, y al extraer materia logré mi pieza de diseño más minimalista y significativa. Darle nombre fue como escribir un manifiesto: “El amor abre puertas”.
¿Te gusta experimentar con nuevos materiales y tecnologías, o sos más tradicional?
Los materiales son herramientas para expresar la historia que queremos contar. Suelo referirme a los materiales como personajes de mis historias: uno tiene que elegirlos para que cumplan su rol perfectamente. No tengo prejuicios, sino previsiones: suelo preferir materiales sintéticos a naturales. Explotar los recursos naturales es matar al planeta. Podemos recrear estos materiales con diferentes componentes, evitando la destrucción de paisajes naturales. La ingeniería de materiales y la nanotecnología son temas que me fascinan y que intento incorporar en todo mi trabajo. No me quedo con lo que ya probé: siempre me atrae lo que no conozco.
¿Quiénes fueron tus maestros en el ámbito profesional?
Citando a SIR ISAAC NEWTON: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. Mis gigantes son muchos, desde FEDERICO FELLINI a ETTORE SOTTSASS, DAVID BOWIE a ALESSANDRO MENDINI. Hablando críticamente sobre mi trabajo, creo que mis interiores se encuentran entre el trabajo de CARLO MOLLINO y SHIRO KURAMATA y mis objetos de diseño, entre GAETANO PESCE y VERNER PANTON.
¿Crees que tu desinhibición para diseñar y crear incomoda?
La libertad siempre es intimidante para las personas, pero es inspiradora. Mi desinhibición, como la definís, nunca busca intimidar. No quiero “puntuar a los burgueses”, pero sucede como una consecuencia de mi naturaleza: ¡estoy desnudo!
¿Cuáles son, para vos, los roles del diseño y la arquitectura?
Creo en la arquitectura como un medio de comunicación. Quizás hoy sea un medio menos moderno que otros, pero aún guarda una diferencia esencial: su foco tridimensional. En la comunicación a través de los cuerpos, no hay un vehículo más apropiado que se exprese a sí mismo en imágenes. Solemos olvidar nuestra naturaleza humana, cómo nos reproducimos. Estamos hechos de carne y hueso y la arquitectura y el diseño se mantienen como el recordatorio más fuerte.
¿Qué deben hacer para impactar positivamente en su comunidad?
Mi mantra es “hacer menos, pero hacerlo mejor”. Siempre creí en que todos debemos hacer un “grandes éxitos” de nuestra vida, evitando lo superfluo. He estado persiguiendo estéticas toda mi vida, pero estas no existen sin la ética.
¿Cuál es tu lugar en el mundo? ¿por qué?
Nueva York es la ciudad de mi alma. Hay una razón específica: cualquiera puede ser un newyorker, no importa de dónde venga. Si decidís vivir ahí, compartís un sentido de libertad y de comunidad que no tiene igual en el mundo. Nueva York es un mundo aparte donde todo es posible.
Solés hablar de la importancia de la libertad. ¿Cómo la definirías?
THIMOTHY LEARY decía que el sentido de la libertad debe coincidir con el sentido de la responsabilidad. No se puede hablar de la primera ignorando la segunda. La libertad individual debe tener implicaciones colectivas, si no el mundo entero se transformará en un espacio de predadores.