Ubicada en Laguardia, en la Rioja alavesa, Ysios tiene una de las arquitecturas más imponentes de la zona: el diseño de su cubierta es siempre tema de conversación.

Imágenes cortesía de Paolo Rosselli www.calatrava.com

Como una metáfora de los ciclos del vino, el edificio que aloja a la Bodega Ysios se recorta en el horizonte con una forma ondulante, prometedora. Para el proyecto de diseño fue convocado el arquitecto SANTIAGO CALATRAVA, que se inspiró en la morfología de las sierras de Cantabria que se ubican detrás del edificio y en el paisaje de las viñas que lo rodea.

Alto techo

La ondulación de la cubierta es una de las grandes atracciones del edificio, no sólo por su imponente revestimiento de aluminio sino también por los reflejos que proyecta cuando el sol lo baña entero. La fachada es de una superficie continua de listones de cedro, cuyo lustre acerca al universo del vino desde lo sensorial. La abertura central de la bodega y el mirador que asciende desde el centro son las únicas interrupciones al ondulante y uniforme tejado. Desde aquel piso los visitantes pueden catar las variedades de la bodega mientras contemplan las sierras.

Imágenes cortesía de Paolo Rosselli www.calatrava.com

De tierras y cepas

El suelo es una fiesta de colores: rojizos, marrones, verdes y amarillentos configuran el terreno sobre el que crecen sabores nobles, intensos y aromáticos, capaces de cautivar a los paladares más exigentes. La bodega cuenta con un terreno de 75 hectáreas de viñedos en los que crece la uva de Tempranillo, tan característica de la región. El trabajo manual es clave en la selección y recolección de racimos, que llegan a la bodega dentro de cajones. Aunque los contenedores de acero para la conservación de vinos se han hecho su lugar, las barricas de roble son un lujo del que la bodega no prescinde: los usan principalmente de origen francés, pero también americano y húngaro.

Imágenes cortesía de Paolo Rosselli www.calatrava.com

Además de alojar a algunos de los vinos mejor rankeados del mundo, la bodega tiene una sala de catas, una tienda y un salón para exposiciones, conferencias y actividades. El diseño de CALATRAVA potencia la idea de un espacio en el que no sólo se producen vinos de alta gama, sino que además invita a formar parte de una comunidad. Así, la arquitectura también participa del proceso creativo de un vino, de la experimentación con las uvas, del trabajo artesanal y del descubrimiento de un sabor único, siendo sede de encuentro para aquellos que se apasionan con el producto de la tierra y encuentran en cada copa un sabor narrado.