14 de enero de 2019
Framlab es un estudio de innovación con base en Oslo y Nueva York, fundado por el diseñador noruego Andreas Tieldflaat. Sus obras proponen un encuentro entre la arquitectura, la planificación urbana y el diseño de producto. En esta ocasión, se propusieron trabajar sobre un problema social y urbano: «En una metrópolis como la ciudad de Nueva York, la tierra escasea y los alquileres son muy altos. Como consecuencia, cada vez más gente tiene problemas para podes pagar un lugar donde vivir y se queda en la calle. Se estima que 63.000 personas duermen en refugios cada noche, y que miles más duermen en las calles, en los subtes o en otros espacios públicos», explican desde el estudio.
Hacia un techo propio
Luego de analizar la problemática en profundidad, desde Framlab entendieron que había dos soluciones: proporcionar más viviendas de bajos ingresos y reforzar los programas de asistencia para reducir la tasa de desalojo. Pero, ¿cómo hacerlo cuando ya no hay terrenos disponibles? Fueron un paso más allá y llegaron hasta la noción de habitabilidad alternativa, para aprovechar espacios urbanos sin uso y transformarlos en un hogar. Así, descubrieron un gran volumen de lotes verticales. «Estas son las paredes laterales vacías de los edificios que emergen y desaparecen como nuevos desarrollos que van y vienen, ofreciendo cientos de hectáreas libres», cuentan los arquitectos.
Del otro lado de la medianera
El diseño de Homed, se asocia a la morfología del panal de abejas. Plantea su dinámica en módulos montables, fácilmente transportables y aptos para ser equipados con piezas de mobiliario de acuerdo a las necesidades del usuario. Las cápsulas están construidas en aluminio y son fabricadas por impresión 3D. Sus caras frontales son revestidas por un sistema de vidrios inteligentes que poseen una delgada capa de diodos: de este modo la superficie se vuelve translúcida y abierta al exterior, a la vez que proporciona privacidad al habitante. Cada sistema posee 95 unidades y está diseñado para proveer hogar durante un año.
A la distancia se ve un mosaico urbano que proyecta distintos reflejos según la hora y luz del día. De cerca, revela su verdadero propósito: dar refugio a gente sin hogar. A través de una ventana hexagonal, no solo pueden ver la ciudad desde una nueva perspectiva, sino también recuperar el derecho de amanecer en una cama, tomar una ducha o comer sobre una mesa. Lejos del frío del asfalto, de un «refugio con dignidad».