24 de Agosto de 2016
La presentación del proyecto comienza con conceptos filosóficos de Sarte y Heidegger: el sujeto, el objeto, la esencia, el tiempo, el espacio. Esta suerte de prólogo no es ni pretencioso ni forzado, sino que da cuenta del trabajo experimental y de observación aplicado en torno a la idea del habitar: “Acercarnos a proyectar una casa en los bosques de Pinamar implica el ejercicio de ‘traer al frente’ los sentidos para reconocer el entorno, lo que lo rodea”, cuenta el equipo de ATV Arquitectos.
Juguemos en el bosque
El suelo se encuentra naturalmente alfombrado con especies autóctonas que caen desde lo alto: troncos de pinos marítimos, acacias de flor perfumada, cortaderas, eucaliptus, pinocha.
La madera que rodea la casa se vuelve materia interior en la variedad guayubira y construye junto al hormigón una ecuación insuperable: resistencia, calidez, atemporalidad. Más que como un vecino cercano, el bosque funciona como un habitante más: los miradores superiores y las carpinterías de piso a techo lo integran sin inhibiciones.
Jaque al límite
Una de las búsquedas del proyecto fue la de superar el concepto de frontera: “Los límites se hacen difusos, son manipulables. Se pueden tamizar, cerrar, mover, separar, y así definir distintas relaciones”, explican los arquitectos.
Más que pensar en ambientes o espacios domésticos, desde ATV partieron de la idea de estructura, materia y temporalidad para imprimir en ellos versatilidad. El patio que comunica con el acceso, por ejemplo, es un espacio híbrido, que puede funcionar como una extensión del interior o como parte del exterior. Por otro lado, la circulación entre el área pública y los espacios privados se encuentra atravesada por los distintos comportamientos de la luz según el momento del día y las vistas exteriores del bosque: la intención es que cada recorrido sea distinto al anterior, sin automatizar el ascenso o descenso entre las plantas de la casa.
El gris apagado del hormigón, el marrón rojizo de la madera guayubira y los amarillos del otoño componen una postal de temporada. Más adelante en el año llegarán los beiges y los verdes en el bosque, pero la Casa Marina permanecerá idéntica a sí misma. Esa promesa a largo plazo -la identidad incorruptible, la eternidad del material-, es la que hace del hormigón una estructura que sostiene y transmite: se muestra en su materialidad a primera vista, pero continua hacia adentro, en la experiencia del habitar.
«Respetando su entorno y aprovechando las visuales, la casa intenta hacer propia la atmósfera del lugar, disponiéndose sobre uno de los bordes del terreno abriéndose hacia el norte y hacia el propio bosque, tratando de dejar la mínima huella”.
FICHA TÉCNICA
Proyecto: Casa Marino
Estudio: ATV arquitectos (Azubel-Trabucchi-Viggiano)
Ubicación: Pinamar, Provincia de Buenos Aires
Superficie: 450 m2
Año: 2014