06 de septiembre de 2019
Los que andaban por Avenida Figueroa Alcorta el día de la inauguración, entraron en pánico: ¿se vende el MALBA? ¿por qué? ¿qué van a hacer en el predio? ¿a dónde irán las colecciones permanentes? No, nada de eso. Solo un guiño de LEANDRO ERLICH para llamar la atención y anticipar algo de lo que sucede puertas adentro, en donde nada es lo que parece.
Tirarse al agua
LEANDRO ERLICH comenzó su carrera como artista con apenas 18 años con una muestra en el Centro Cultural Recoleta. Al poco tiempo participó del Core Program, una residencia para artistas en Houston, Texas. En el año 2000 participó en la Bienal del Whitney Museum, y en 2001 representó a la Argentina en la 49ª Bienal de Venecia con Swimming Pool, una obra que hoy forma parte de las colecciones permanentes del 21st Century Museum of Contemporary Art de Kanazawa (Japón) y del Voorlinden Museum (Países Bajos).
Su interés artístico está puesto en las bases perceptivas de la realidad y las formas de interpelarlas a través de la imagen. “La arquitectura de la vida cotidiana es un tema recurrente en su obra, un lenguaje corriente para comunicar lo imposible. Consagrado pero inquieto, busca achicar la distancia entre el arte de museo y la vida de todo ciudadano”, cuentan desde su estudio. Una de sus obras más reconocidas a nivel internacional es, precisamente, Swimming Pool. En la muestra también pueden verse otras de gran formato como Vecinos (1996), La vista (1997), La vereda (2007), Las Nubes (2018), El Avión (2011), Puerto de memorias (2014), Vuelo nocturno (2015), Hair Salon (2017) y El Aula (2017), entre otras.
El espejo en una peluquería. La ventana de un avión. El reflejo del agua. Los cimientos invisibles. El universo de ERLICH pone a prueba a la visión y construye una dimensión del espacio que juega con sus propias reglas. “A lo largo de las últimas dos décadas, ERLICH ha creado un cuerpo de esculturas y grandes instalaciones en el que la apariencia arquitectónica de lo cotidiano funciona como una especie de trampa perceptiva: conduce al espectador desprevenido a una paradoja visual que desafía los presupuestos del orden y las reglas del mundo material. En el universo paralelo de ERLICH, las escaleras no llevan a ninguna parte, los ascensores no paran en destino, los espectadores pasivos se convierten en participantes activos, las nubes adquieren nuevas características físicas y la solidez de los espacios edificados resulta ser una fugaz ilusión óptica”, explica DAN CAMERON, curador de la muestra.
“El impacto acumulado de experimentar varias obras de ERLICH en una sola exposición intensifica nuestra conciencia de una dualidad inherente a lo real, y hace que nos preguntemos en qué circunstancias podríamos afirmar con seguridad que estamos efectivamente aquí o allá”, sostiene CAMERON.
El 20 de septiembre de 2015, el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires amaneció sin su punta. La noticia dio la vuelta al mundo, pero los medios se ocuparon de desmentir cualquier tipo de versión alternativa: hacía sido trasladada a la explanada del MALBA para que el público pudiera conocerla por dentro. La arquitectura, las dimensiones, el espacio y el impacto del entorno son temas que pisan fuerte en la obra de ERLICH. También en “Liminal”, cuyo recorrido genera algunas hipótesis acerca de cómo interpretar los espacios. ¿Estamos o no estamos ahí en donde creemos? ¿Se puede estar parcialmente o estar de una forma no material, aun cuando el verbo exija precisamente esa condición? La muestra no necesariamente arroja respuestas: lo interesante es que instala las preguntas.