21 de septiembre de 2017.
Jerónimo Salvatierra nació y creció en una familia de artistas. Es arquitecto, tiene 33 años y desde el 2001 vive en Tucumán. De su infancia en la casa paterna recuerda el estado de obra permanente: cuenta que siempre se estaba construyendo algún espacio nuevo, arreglando algún ambiente, colocando un piso o ampliando uno de los talleres. Vivir rodeado de ese tipo de escenarios y situaciones, además de libros, objetos, obras y una temprana estimulación por lo creativo, definió su camino entre la arquitectura y el arte.
Lo mejor de los dos mundos.
El artista sale en busca de arquitecturas anónimas, mientras que el arquitecto fotografía el valor estético que se esconde en ellas. Algunas son construcciones rudimentarias, otras sólidas, pero todas son rústicas: casitas de adobe, ranchos y refugios que habitan alrededor de los valles. En las imágenes recreadas por Jerónimo se encuentra el material constructivo reversionado: flotando en el aire, desplazándose en el espacio y dejando no sólo una forma sino, especialmente, una idea. Fuera de contexto pero dentro del universo propio que genera la obra, estas imágenes no sólo recuperan arquitecturas que existen sino que proponen “otras construcciones de sentido”, sostiene el artista, ¿o lo dirá el arquitecto?.
DESTACADOS.
“Realizo registros fotográficos a lo largo de los pueblitos de los Valles Calchaquíes, apropiándome de arquitecturas anónimamente construidas para luego re-construirlas en mi obra”.
Las obras de Jerónimo Salvatierra pueden comprarse en El Taller de María Elvira Forenza y Mariana Sabeh.