25 de octubre de 2016
Detrás de cada fotografía tomada a grandes obras arquitectónicas en la ciudad de Córdoba, se encuentra Gonzalo Viramonte. Nació en Córdoba, para ser precisos, en Marcos Juárez, y con sus 30 años es arquitecto, fotógrafo y además, autodidacta. Siguiendo su pasión, se destaca como profesor de fotografía de Arquitectura.
Gonzalo no olvida su profesión en cada toma: la arquitectura lo influye permanentemente en cada una, ya que es un amante del detalle. «Conocer el esfuerzo por parte del arquitecto en la obra terminada y la que aún no finalizó, es la influencia de la profesión en la que me he formado. La espacialidad tiene un fin de uso común: el usuario, pero ser arquitecto me permite tomar ciertas interpretaciones que una persona que no lo es quizás no las tenga en cuenta», afirma.
De esta manera, da a sus fotografías cierto encanto teniendo en cuenta que los factores importantes dependerán sobre todo de la obra en sí: el usuario, el tiempo, el clima, la composición. Como asegura Viramonte: «si uno no maneja estos factores, no podrá obtener buenos resultados en las fotografías de arquitectura.»
Como todo amante de la arquitectura, le gusta fotografiar todo lo que ella engloba sin dejar de lado las ventajas de cada obra, tanto los edificios como las viviendas «aportan al fotógrafo un registro completo del elemento arquitectónico y de su espacialidad interior», a diferencia de los locales comerciales, «que cuentan con detalles escenográficos que posiblemente, no se encuentren en una vivienda o edificio.»
En cuanto a estilos arquitectónicos, Viramonte asegura no tener un preferido, pero no escapa a la idea de que las obras minimalistas son las más desafiantes, ya que el objetivo es «hacer mucho con poco», y a pesar de ser obras simples, son más los factores que pueden afectarla.
Siendo un fotógrafo con creatividad ilimitada, sueña con fotografiar el Centro Pompidou, tanto que hasta podría quedarse a vivir allí.
Lejos de limitarse a la fotografía de arquitectura, también realiza tomas de instalaciones artísticas en los museos, siempre con su mirada de arquitectónica, que es lo que buscan generalmente los artistas.
Es un hecho que la arquitectura además de comunicarse por lo visual, se comunica por percepciones y sentimientos. Tal fue el caso que, Gonzalo a pesar de no tener un arquitecto favorito, porque «los proyectos e ideas son infinitas» y «tampoco se puede elegir quien no se conoce (o criticarlo)», puede decir que siente gran admiración por Oscar Niemeyer. Luego de un viaje que realizó a Brasilia durante una semana en la cual fotografió sus obras, destaca que «los espacios que ha vivenciado fueron una experiencia nueva e irrepetible.» La construcción, tecnología, el nivel de detalle en su escala, teniendo en cuenta la época de realización de las obras, no dejaron indiferente a Gonzalo, quien hasta hoy habiendo visto todo tipo de obras asegura que «hubiera sido realmente un sueño conocerlo personalmente.»
A pesar de dedicarle mucho tiempo a su pasión y profesión, Viramonte tiene otras actividades. Una de ellas, fue el ciclismo, hobbie que tuvo por mucho tiempo y con el que vivió diversas aventuras: desde viajar por varios lugares de Córdoba hasta cruzar la Cordillera hacia Chile. Otra actividad en la que se destacó fue la música, con la cual hizo su carrera de DJ hasta hace tres años, cuando sintió que «la pasión se había apagado y que su responsabilidad de alegrar la noche de los recién casados era muy grande y ya no podía cumplirla.»
Como fotógrafo aspira a lograr que la ciudad se conozca más y de otra manera. Generar mayor interés en edificios locales y que la arquitectura específica le guste a la gente común. Teniendo en cuenta esto, no puede considerarse casualidad que los talleres en que fotógrafos y arquitectos confían su aprendizaje a Viramonte, tengan como nombre «arquitectura específica». Por otro lado, como arquitecto busca seguir aportando desde su lugar a la arquitectura local.