14 de junio de 2017.
Krøyers Plads.
Ubicados en el centro de la capital danesa, los edificios de cinco pisos se asemejan más a casas gigantes (tiene 20.000 m2) que a propiedades verticales. Y no es casualidad: el equipo de Vilhelm Lauritzen Architects y Cobe Architects recuperó la tipología del antiguo almacén fabril de Copenhague para crear “un enfoque hiperdemocrático y contextual en el que los tejados doblados y la pesadez arquitectónica crean un diálogo entre lo antiguo y lo nuevo, una interpretación moderna y empática de la singularidad arquitectónica de los antiguos almacenes”, explican.
Postales de puerto.
La zona ya tiene ángel propio: por un lado, por la Royal Danish Playhouse -en donde la ciudad da cita al teatro y representaciones escénicas- y, por otro, el Nyhavn, el paseo marítimo del siglo XVII que se ha ido poblando de bares, museos y actividades para disfrutar de día y de noche. Otro de los vecinos de Krøyers Plads hasta hace apenas unos meses fue Noma, celebrado en varias ocasiones como el mejor restaurante del mundo. Los 105 departamentos que forman parte del edificio oscilan entre los 79 y 250 m2 y completan la experiencia del uso mixto con restaurantes, tiendas y un supermercado, todos distribuidos en su planta baja.
Diseño democrático.
Al momento de presentar el proyecto, muchas ideas arquitectónicas ya habían sido rechazadas por organizaciones civiles y políticas por no mantener el código de construcción del área. La propuesta de Vilhelm Lauritzen Architects y Cobe Architects, sin embargo, logró superar las expectativas con un programa que, además de integrarse de manera armónica al contexto portuario, involucró a los residentes del área para que tuviera un impacto positivo y comunitario en la vida diaria. «Los vecinos fueron convocados para ayudar a definir la altura de los edificios y seleccionar los materiales. En lugar de inventar una nueva tipología de construcción, Krøyers Plads se convirtió en una reinvención de la que ya se encuentra adyacente al sitio: el almacén industrial «, explica el equipo de diseño.
Esa traducción tuvo en cuenta una serie de variables para adaptar los 300 años de antigüedad a las nuevas necesidades habitacionales y condiciones climáticas, pero se respetó la identidad de los grandes frentes, la expresión industrial y la materialidad pesada. Además de la consideración del impacto social de los edificios, el proyecto contempló principios sustentables: “Desde el principio buscamos crear el primer edificio de apartamentos que recibiera el Nordic Eco-labelled, que exige altos estándares medio ambientales y calidad constructiva”, explica THOMAS SHEEL, socio en Vilhelm Lauritzen Architects. El proyecto superó el 25% de eficiencia energética exigido, llegando al 40%.
Krøyers Plads reúne todas las virtudes a las que un proyecto arquitectónico puede aspirar: por un lado, se inserta en un área histórica de la ciudad con un lenguaje que respeta su patrimonio; por otro, se ha ganado la confianza y respeto de sus vecinos haciéndolos parte de la obra; por último, fue diseñado contemplando las variables sociales, comerciales, climáticas y funcionales para poder garantizar la larga vida de sus edificios. Y como si esto fuera poco, los arquitectos de Vilhelm Lauritzen y Cobe han generado un impacto urbano de valor agregado: Krøyers Plads es ya un punto de referencia en la ciudad.