08 de febrero de 2017
Su nombre es Oscar San Miguel. Su sobrenombre – recuperado de un video juego al que jugaba su hermano -, Okuda. Nació en la ciudad de Santander, en España, en 1980. De niño, buena parte de su vida sucedía en la calle: jugaba al fútbol, patinaba, andaba con amigos. No es casual, entonces, que sus primeros pasos artísticos hayan sucedido puertas afuera en la ciudad: comenzó dibujando sobre las paredes de fábricas abandonadas y los vagones detenidos en estaciones de tren.
Con letra propia
Corría el año 1997 cuando comenzó a dibujar tipografías en Santander de manera clandestina en espacios abandonados. En 2000 se mudó a Madrid para estudiar bellas artes y desde entonces los viajes fueron parte de su rutina: fue invitado a participar en muestras individuales y colectivas, convocado para hacer murales en espacios públicos y contratado para desarrollar proyectos para marcas como Adidas, FOX y Nissan, entre otras.
Si bien nunca se preocupó por las etiquetas, cree que su obra puede insertarse dentro del surrealismo pop con identidad callejera. Pero lo cierto es que su trabajo es multidisciplinar: además de los desarrollos que hace dentro de su estudio o los pedidos y eventos para los cuales lo convocan marcas, su obra está signada por la heterogeneidad. Entre sus proyectos favoritos están Metamorphosis of a star, la fuente que pintó en Tennesse; The World-Love is Ours, un mural sobre la medianera de un edificio de 16 pisos en Kiev, el más alto que pintó hasta el momento; la exposición de pintura, escultura e instalación Vidas Inertes en Lisboa y el Kaos Temple en Oviedo, su “Capilla Sixtina personal”.
Juego de opuestos
El contenido en la obra de OKUDA es infinito, pero los temas suelen girar en torno a una serie de preocupaciones personales que siempre muestra enfrentadas: el contraste entre los orígenes y el mundo contemporáneo, la guerra entre la naturaleza y el hombre, la búsqueda de la paz a través de la violencia. La contradicción y el conflicto forman parte del código reflexivo que transmite su arte, aunque aclara que la lectura no está dada: el ejercicio le toca al espectador. Si bien su estilo es completamente sólido y personal, entre los maestros del arte de OKUDA están SALVADOR DALÍ, VASILI KANDINSKY, ROY LICHTENSTEIN y EL BOSCO.
OKUDA sostiene que el momento en el que se siente más libre es cuando se encuentra en altura sobre una grúa: pintando un mural, escuchando música con auriculares, sintiendo el mundo tan cerca y lejos a la vez.
Además de la creatividad narrativa y el talento innato que dejan huella en cada uno de sus trabajos, existe en él un compromiso sensible: dar vida al espacio que nos rodea.