Nació en 1950 en Filadelfia, Pensilvania, en donde vivió buena parte de su vida. Su padre era ingeniero electrónico, pero tenía un profundo interés por la fotografía, lo cual lo acercó al oficio. “Crecí con la cámara dando vueltas, pero me involucré realmente con la fotografía cuando estaba en la universidad: tomé un curso de arte fotográfico y me enamoré de la cámara y de la posibilidad de viajar alrededor del mundo sacando fotos”, cuenta. Y así emprendió una carrera que lo llevó a descubrir los destinos más fotogénicos y fascinantes…y también los otros, aquellos en donde la miseria, la pobreza y la guerra nublan el paisaje.
Shooting de papel
Cuando todavía la fotografía digital no había reemplazado a los rollos ni al ritual de revelado en el cuarto oscuro, STEVE MC CURRY era fotógrafo en un diario de Filadelfia cubriendo noticias locales. Pero para él no era más que un trabajo: su deseo era salir al mundo. De sus viajes iniciales recuerda a la que consideró su primera buena foto: “Estaba en México. Había un hombre sin hogar durmiendo frente a una tienda de muebles, justo debajo de un sillón nuevo que se veía en la vidriera. El contraste generaba una imagen perfecta. Fue puesta en mi camino”, recuerda. MC CURRY se considera un afortunado: asegura que sería más fácil mencionar aquellos lugares que aún no conoce que aquellos en los que ya estuvo, ya que estos superan notablemente a los desconocidos.
Historias detrás de la lente
Entre sus coberturas dramáticas, la que se ha fijado con más persistencia es la Guerra del Golfo de 1991: “Fue surrealista. Con 600 campos de petróleo en llamas, el cielo del mediodía era tan oscuro como la noche. Había cuerpos de soldados muertos, máquinas destruidas, animales errantes. Fue una visión del infierno”, cuenta MC CURRY. Aún cuando no sean bélicas, sus fotos siempre asumen el compromiso documental a través de capturas estéticas y la expresión de emociones. Conversando sobre esas búsquedas, el fotógrafo narra la historia de la foto que más le costó durante su viaje en tren por la India: “Al costado del Taj Mahal había muchas locomotoras a vapor. Pasé tres días enteros hasta dar con la toma. Los trabajadores fueron pacientes y cooperaron conmigo, además de darme el permiso para hacer la producción”. También recuerda una tormenta de polvo Rajastán: mientras conducía su auto, se encontró con un grupo de mujeres abrazadas que rezaban para atraer la lluvia. “No me quería baja porque temía que el polvo arruinase mis cámaras, pero entonces me di cuenta de que siempre se puede conseguir un equipo nuevo, pero no un momento como ese. Me bajé e hice la foto”, cuenta orgulloso.
La osadía de STEVEN MC CURRY se ha traducido, a lo largo de las más de cuatro décadas que lleva dedicado a la fotografía, en un álbum abierto sobre el mundo y sus culturas. Su búsqueda siempre es la de la imagen independiente, capaz de comunicar sin necesidad de formar parte de una serie: en esa tarea desafiante ha logrado fotos únicas, poderosas y sumamente verbales.