23 de Agosto de 2016
Dada la pronunciada pendiente y los accidentes propios del terreno, los 380 m2 de la casa se distribuyen en tres niveles con una sistema de terrazas, balcones y patios que permiten vincular la vivienda con el entorno, pero siempre a partir de su superficie.
“Los puntos de contacto con el suelo natural son escasos ya que toda actividad se desarrolla por encima del terreno”, explican desde el estudio. El acceso se realiza a través un puente peatonal que se vincula con la calle y que concluye una la terraza intervenida con espejos de agua. En la planta baja se encuentran las habitaciones de los hijos de la familia y la sala de estar, que desemboca en un patio cubierto; el piso intermedio aloja al dormitorio matrimonial y el superior, el área social.
El hombre de las cavernas
La atemporalidad del hormigón nos ubica tanto en el presente como en el pasado: siempre se ve moderno pero también carga con un valor nostálgico, un cierto sedimento histórico que hace pensar en una construcción remota.
Esa búsqueda estuvo puesta en el diseño de la casa: “El interior propone una reminiscencia a una caverna, la cual busca el contacto con la tierra mediante circulaciones que se vuelven ciegas en el recorrido de las escaleras y se abren al paisaje en los ambientes principales de la misma, a modo de contemplación”, explica Agustín Lozada.
El salto entre terminaciones abiertas y cerradas busca, por un lado, instalar una sensación de intimidad y pertenencia y, por otro, invitar a los habitantes a conectarse con el imponente paisaje, que se aprecia generosamente en los ambientes y se esconde en las circulaciones.
Hormigón a medida
Además de su rol protagónico y funcional como material constructivo, el cemento fue perforado con distintas formas para generar quiebres estéticos sobre el material y reflectar la luz con distintos patrones. Así, algunos de los muros fueron calados con círculos, algunos cielorrasos con cubos y algunas paredes separadoras con cuadrados en relieve.
El hormigón también es resemantizado a través del color: el rojo, el violeta y el naranja cortan el gris topo con quiebres cromáticos.
La casa de Lozada propone un juego de formas tridimensionales en las que el hormigón se luce con todo su potencial: como materia constructiva a la vista, como elemento decorativo en sus terminaciones y como representación escultural (cajas en voladizo, planos quebrados).
Como un tetris en el que las partes rotan, se acercan al espacio vacío y encastran prolijamente, esta vivienda recibe a sus habitantes como parte piezas esenciales: las que la completan.
“El interior se trabajó mediante la sensación de clausura y apertura para poder destacar las mejores visuales en los momentos y lugares deseados”, cuenta el arquitecto.
La elección de la piedra, el hormigón armado y los espejos de agua completó el vínculo entre la vivienda y la identidad de las sierras.
Ficha técnica
Proyecto: Casa Torcuato
Arquitecto: Agustín Lozada
Ubicación: La Calera, Córdoba.
Superficie: 380 m2
Año: 2015