05 de octubre de 2017.
Zoku, del japonés: familia, tribu o clan. El nombre elegido habla de toda una filosofía vinculada a la forma de entender el servicio de hotelería: el huésped no es uno más y no está de paso, sino que llega para formar parte de algo grande. Una experiencia atravesada por las costumbres de vivir en comunidad y el vínculo social que se construye con los vecinos luego de un tiempo de convivencia. Si bien los lofts de Zoku no son propiamente viviendas, puede ser alquilados durante varios meses para turistas que tienen una larga estadía en la ciudad o profesionales que, en visitas de trabajo, prefieren sentir el ritmo de la ciudad a través de los locales, en lugar de aislarse en habitaciones de hotel silenciosas. Bajo la promesa de “trabaja, conoce, juega”, Zoku se instala en el corazón de Ámsterdam con mucho para dar.
Patrimonio recuperado.
Hans Meter y Marc Jongerius convocaron al estudio de arquitectura Concrete para desarrollar su idea: querían un hotel pensado para los nómades globales, la nueva generación de viajeros creativos y de negocios que buscan combinar el trabajo con el entretenimiento. El equipo desarrolló un concepto para que los huéspedes pudieran instalarse, trabajar y divertirse en un mismo lugar. El hotel se encuentra en Metropool, un antiguo edificio de oficinas sobre la calle Weesperstraat construido por el notable arquitecto ARTHUR STAAL: “Él siempre adhería algo especial a sus obras: una corona. En la de este edificio, Concrete diseñó un invernadero holandés tradicional, único en Ámsterdam, conectado a la estructura existente”, cuentan los dueños de Zoku. La ubicación ofrece un fácil acceso en auto y conexiones rápidas en transporte público para recorrer las áreas comerciales, culturales y de entretenimiento en la ciudad.
Segundo hogar.
“En cuanto los huéspedes entran y dejan la ciudad detrás, se convierten en miembros de Zoku y pueden conocer a otros nómades, comer, jugar, trabajar, leer y hacer todas las cosas que harían en casa”, explican los arquitectos. Los pasillos que comunican con los lofts reproducen la experiencia del recorrido urbano: en la alfombra estampada pueden verse adoquines y cruces peatonales que organizan la circulación entre las unidades.
Los lofts tienen tres tipologías: de 24 m2, de 30 m2 y de 46 m2. “Son mucho más que simples habitaciones de hotel. Son micro departamentos espaciosos”, argumentan desde Concrete. Con el objetivo de generar en los huéspedes la sensación de un espacio flexible, pensado no sólo para dormir sino especialmente para vivir y trabajar, los arquitectos buscaron que todas las necesidades del nómade global fueran cubiertas de manera inteligente, a través de un módulo interior que proyecta la idea de especialidad y funcionalidad. Las habitaciones tradicionales de hotel ubican la cama como el elemento central, pero en Zoku el protagonista del monoambiente es la mesa de comedor con superficie de bambú. El área de living tiene un sofá para dos, diseñado a medida por la marca danesa Muuto. La cocina, ubicada detrás del sector de living-comedor, fue equipada por Siemens con horno, bacha, lavaplatos, heladera con freezer, microondas y máquina de café. El acceso al dormitorio con cama king-size se realiza través de unas escaleras retráctiles, recurso que también se utilizó debajo de este sector para ubicar (y esconder) el ropero. El área de descanso puede aislarse del resto al cerrar la puerta plegable de madera, haciendo de la unidad un espacio ideal para recibir visitas o tener reuniones de negocios. Debajo del módulo superior se colocó un espacio de trabajo personal con un pequeño escritorio para colocar la computadora. El baño se encuentra al lado del acceso al loft y consiste en un gabinete de roble sobre el lavamanos de cerámica y un inodoro colgante en frente; la ducha, ubicada, al fondo, puede ser aislada completamente de la zona de inodoro y lavamanos con una puerta de cristal.
Además de haber recuperado un edificio histórico de la ciudad, a través de su diseño de interiores y servicios, Zoku propone una forma distinta de pensar la estadía: los huéspedes se convierten en dueños del espacio, pudiendo personalizar la decoración y hacer uso libre del espacio, tanto para recibir visitas como para organizar reuniones de trabajo.