Luego de explorar distintas técnicas y recursos, encontró en la intervención un lenguaje que hizo propio. Además de pensar espacios, diseñar mobiliario y pensar estrategias para potenciar marcas y negocios, está comprometido con la generación de espacios de trabajo multidisciplinarios. ¿Próxima estación? ¡Arte! Con ustedes, Eduardo Aldacour.
Eduardo Aldacour
¿Cómo llegaste al diseño?
El tema creativo surgió familiarmente: mi abuela me incentivó siempre a lo estético y lo fui incorporando sin darme cuenta. Siempre decía que se estaba por morir, por eso cada año quería cambiar algo de la casa: proponía como juego que la acompañara a elegir objetos y mobiliario, y ahí me conecté sin saber que esto se convertiría en una profesión que daría rumbo a mi futuro. Y cuando me fui a Buenos Aires empecé a relacionarme con DArA. En ese momento el presidente era el diseñador ALFRED FELLINGER, que me invitó a sumarme a la asociación y terminé trabajando para su estudio. Yo llegaba con una mirada muy distinta y precaria sobre la decoración y ahí descubrí el diseño verdadero.
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Encontraste una escuela ahí…
Descubrí la diferencia entre diseñar y decorar, y al diseño contemporáneo en todas las escalas a través de los protagonistas de la Bauhaus. FELLINGER tenía un archivo increíble: este ítem se lo debo a él. En los años 90 escuché hablar sobre la Feria del Mueble en Milán: veía que todos partían hacia allá en busca de nuevas tendencias y generaciones de diseñadores del mundo. Mi primer viaje a Milán resultó muy imaginario: llegué por intermedio de un catálogo de De Padova que MÓNICA MELHEM y LEÓN CHURBA me regalaron una tarde mientras visitaba su tienda Gris Dimensión. Me subí al taxi con destino a casa, pero creo que partí a Milán sin pasar por Ezeiza. Aún tengo el catálogo: está viejo y gastado, pero lo sigo mirando, y se convirtió en el ticket directo para decidir armar mi propio estudio. En una primera etapa desarrollaba proyectos para otros estudios, pero en el 2003 hice mi primer Casa FOA y empecé a encontrar mis propios clientes.
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¿Cómo llegás al mobiliario y en particular a la serie Sauce?
En los últimos años empecé a vincularme con el desarrollo de equipamiento. De chico me gustaba mucho la silla Mar del Plata, que no llegué a usar en los balnearios, pero la tenía vista. Cuando comencé a diseñar era muy difícil hacer muebles, intercambiaba muchas horas de charla con el diseñador JUAN AZCUE. Decidí trabajar con una herramienta que se usa mucho en el mundo del diseño que se llama intervención. Sobre la base de ese pensamiento, inicié este proyecto de investigación y recuperación de la tradicional silla Mar del Plata. Al principio no me cerraba tocar el diseño de otro, pero después entendí que estaba buscando valor agregado con una mirada contemporánea, haciendo hincapié en el valor de su historia. En esos pasos descubro que era el inicio de lo que me convertiría en diseño de autor. Con el afán de insertarla nuevamente al mercado, cambiamos su antigua morfología sin perder su esencia: le agregamos tapicería, porque en esta vuelta la silla no estaría en la playa sino que pasaría a la gran ciudad.
Durante tu investigación, ¿qué encontraste sobre la historia original de ese diseño?
No encontré información del diseñador original. La historia cuenta que en la época en que el puerto de Mar del Plata era fuerte, llegaban barcos de distintas partes del mundo. Los trabajadores a bordo de esos buques quedaban varados hasta cuatro meses en la ciudad de destino y a la espera de una pronta partida salían en busca de trabajo. En una cestería de esa ciudad que vendía elementos derivados del mimbre se presenta una persona para trabajar como mimbrero y él mismo fabrica una silla para poder estar más cómodo en sus horas de actividad: es ahí donde la gente la empieza a pedir por ella y la quieren comprar. Con el tiempo se convirtió en un ícono de la ciudad: por temporada se vendía un promedio de 6000 sillas. Cuando llega la era del plástico, el consumo del mimbre se debilita y la silla desaparece por muchos años, por eso decidimos iniciar este proyecto de investigación de un ícono olvidado. El mimbre en la actualidad está teniendo una nueva apertura: volverá a tener gran aceptación a nivel mundial porque es un material que no contamina y es orgánico.
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¿Y cómo nace la colección Aldacour?
Desde luego el diseño es parte de mi vida: es una de mis mayores riquezas. Con el diseño me levanto, me acuesto, me voy de viaje y me motiva siempre. Tiene algo de medicina: cura, protege, mejora la calidad de vida: por eso será que hago casas, espacios y muebles. Creo que esa es mi esencia, aportar al otro y por eso nace Colección Aldacour. El primer paso fue con la línea Sauce. Si bien ya existía en una firma anterior que tenía, no la podía dejar de lado porque creo mucho en la evolución de este producto y porque tiene todo lo que se viene en la era del consumo. Entonces decidimos darle una vuelta más de rosca y ahí aparece la idea de nuevos productos confeccionados en mimbre y una versión más urbana, pero en hierro, a la que bautizamos línea Futuro.
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Además de crear, sos consultor de diseño. ¿Te interesa más la gestión o el hecho estético?
Dentro de la consultoría hacemos ver que el diseño es una herramienta que te puede ayudar a vender y generar cambios, y ahí entramos nosotros. Siempre la base es el diseño, pero no es solo interiorismo para casas. El diseño abarca mucho más que lo que todos pensamos: ayudar a mejorar y modificar estrategias de negocios y de futuros emprendimientos o actividades ligadas al bienestar y el consumo. Gracias a la tecnología e Internet podemos hacer más cosas y juntarnos con más personas para trabajar: armamos equipo de acuerdo al proyecto. Por ejemplo, en pandemia armamos una acción que se llama CORCHO con varias marcas: mostramos en las redes cómo armar una casa para vivir mejor con nuestros productos. No es solo una estrategia comercial sino también laboral: salimos a buscar clientes.
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¿Y cómo siguen trabajando ahora?
Durante los dos primeros meses de cuarentena, que estaba todo parado, mi hermana me dijo: “El diseño no provoca al consumo. La moda sí, pero el interiorismo y la deco no”. Me di cuenta de que tenía razón, así que llamé a CARLOS GALLI para contarle la idea de salir a mostrar y vender la propuesta. El primero fue con Elementos Argentinos, FCH, Iluminación Agüero y La Compañía en mi estudio. La idea es cada tres meses presentar un CORCHO con distintos estudios o marcas, porque tuvimos una muy buena respuesta del público.
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¿Qué hay de nuevo en el estudio?
Estamos con ganas de armar un espacio dirigido al arte: el proyecto está en etapa de investigación, creo que llegó el momento de potenciar al otro. Sobre todo, otorgar un espacio para aquellos que no tienen un lugar donde pueden ser vistos. Se viene una era en la que la cultura latinoamericana va a llegar a otras culturas, porque Europa es muy antigua y el primer mundo necesitará de más cosas. Nos tenemos que preparar y potenciar al diseño argentino latinoamericano. Intentaremos armar un estudio satelital y ver si se puede instalar alguna temporada en distintos continentes. Ojalá que lo logremos.
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“Considero que dentro del diseño, el pasado es muy importante para el futir: siempre es bueno ir para atrás”.
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“Colección Aldacour es una agrupación de ideas y personas: no tengo socios, tengo acciones de diseño. Me junto con distintas personas para hacer distintas cosas”. “Creo mucho en el trabajo en equipo y en potenciar: en FOA siempre buscaba a alguien que tuviera más experiencia que yo, y a alguien que necesitara más experiencia de la que tenía. Así, yo subía al otro y el otro me subía a mí”.
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CRÉDITOS
Imágenes cortesía de Daniela Mac Adden y Amparo Bernabé
www.eduardoaldacour.com