Sos artista plástica y licenciada en artes visuales. ¿Cómo era tu vida antes de llegar al mundo del estilismo?
Era muy distinta y, a la vez, muy parecida. Cambiaron los formatos de trabajar, pero el contenido es muy parecido: sigo trabajando con el color, las formas, las texturas, el diseño, los lenguajes visuales. Antes lo hacía sola en mi taller, hoy trabajo en equipo transformando espacios ajenos. Tuve la suerte de formarme con grandes maestros como JUAN DOFFO y SERGIO BAZÁN, con quienes aprendí a construir esa mirada estética que no se enseña con libros. Sigo pintando para mí y hago encargos puntuales y soy docente titular en el Profesorado de Bellas Artes.

¿Te acordás de tu primer proyecto deco?
¡Si! Fue en el 2013. Venía de producir notas de moda y lifestyle para la revista OHALÁ!, y un día me propusieron producir la deco para una casa que tenía potencial, pero había que levantarla bastante y darle un estilo bien definido. Siguiendo el sexto sentido creativo de la estética, y confiando en mis compañeras, ¡la producción fue un éxito! Fui una lanzada total, pero los resultados fueron tan buenos que me propusieron quedar fija en la sección deco.

Desde aquella primera experiencia, ¿cuáles son los principales cambios que registrás al día de hoy en la disciplina?
Aprender el oficio de estilista y productora deco para editoriales y marcas fue un proceso. Vengo de la vieja escuela, de trabajar mucho la “pre-producción”: elegir el perfil del fotógrafo, diseñar las tomas y tiros de cámara, chequear la locación, la luz, la curaduría de los props y demás elementos a fotografiar, la modelo y el vestuario, y contar con planes B por si surgen inconvenientes. Antes, para hacer estilismo y producción tenías que trabajar en algún medio o para una marca deco grande que hiciera producciones fotográficas. Hoy, con las plataformas digitales, todos pueden ser a la vez estilistas, productores y fotógrafos con sus celulares. Antes había pocos y muy buenos; hoy hay muchos, y cuesta encontrar buenos.

“La transición del arte al estilismo fue natural y paulatina. Fui perdiendo prejuicios en relación al estilismo y la decoración, falsamente tratada como una disciplina menor”.

A raíz del aislamiento, nuestros hábitos de convivencia y laborales cambiaron, pero aun estamos trabajando en espacios integrados. ¿Cómo lo vivieron en tu casa?
Por suerte no sufrimos grandes cambios porque parte de mi trabajo sucede en mi escritorio, justamente en casa: tiene mucho de gestión, pre-producción, diseño e informes en compu. Desde hace años, tenemos la costumbre de dejar el calzado afuera, en un mueblecito: es un hábito ya adquirido, no tuvimos que incorporarlo. Pero recuerdo que cuando comenzó el aislamiento obligatorio, viendo el panorama mundial, intuí que no iban a ser unas pocas semanas. Entonces, lo primero que hice fue organizar y ordenar (no es lo mismo) a conciencia cada ambiente en casa, en especial mi escritorio. Me volví más minimalista. También puse más lindo el balcón y la terraza, que se convirtieron en los espacio más buscados para conectarnos con el afuera y el bienestar.

¿En qué dirección crees que van a tener que trabajar la arquitectura y el interiorismo de ahora en más?
Este virus vino a acelerar fenómenos que estaban mundialmente en agenda: el co-living, alineado al fenómeno del co-working, que propone viviendas totalmente equipadas con espacios interconectados para estudiar, trabajar y compartir, tanto solos y en pareja como en familia. Este fue el tema en la última edición de Casa FOA, por ejemplo. Otra dirección que va a ser imposible esquivar en diseño, es la de concebir las cinco erres del sentido circular de la sustentabilidad ecológica: Repensar los objetos y los espacios; Rechazar los descartables innecesarios; Reducir, priorizando la calidad sobre la cantidad; Reutilizar, valorando lo que ya se fabricó y darle un uso; y Reciclar para reducir la contaminación ambiental.

Estás ofreciendo producciones y consultorías online. ¿Cómo adaptaste tu metodología de trabajo a este contexto?
La primera semana fue como vivir en cámara lenta, no entendía nada. Pero de pronto empecé a escuchar a mi entorno que, encerrados en sus casas, miraban el mínimo detalle en cada rincón, y se hacía evidente aquello que querían refaccionar, cambiar, sacar, sumar o decorar. Hace tiempo vengo trabajando en proyectos integrales de decoración con ejecución de obra, y había diseñado una guía de diagnóstico de estilismo y decoración: así ayudo a mis clientes a abordar varios temas y facilita mi trabajo a la hora de plasmar el proyecto integral. Los temas que trabajamos en la guía son: la espacialidad del ambiente, definimos la paleta de color, el estilo deco, la iluminación, la importancia de crear un propio moodborad, y con ello puedo hacer un diagnóstico único y particular de cada espacio. Lo que hice fue ajustar mis servicios a una asesoría online presencial: las reuniones que antes eran en persona, ahora son a través de videollamadas. Lo más lindo de esto es que pude entrar a casas a miles de kilómetros, en Río Negro, Santa Fe, Córdoba, Neuquén, Provincia de Buenos Aires, Chile y España, ayudando a mejorar su estilo de vida y hacer de sus hogares su lugar preferido en el mundo, ¡algo impensado hace unos pocos meses!

“Durante el aislamiento, vimos cómo la tierra comenzó a desintoxicarse de la intervención del hombre: repensar la huella que seguiremos dejando es importantísimo. Pensar qué y para qué diseñar va a ser una de las preguntas esenciales”.

¿Tres imprescindibles para un confinamiento más llevadero?
Primero, el orden. El orden visual es orden mental: está comprobado que hay un efecto directo sobre nuestro día a día. Ayuda a ser más eficiente y productivo, y te ahorra tiempo y esfuerzo. Segundo, la luz. Lo ideal es que pasemos este tiempo con la mayor cantidad de luz natural posible; en caso de no ser así, buscar la iluminación más acertada para potenciar los estados anímicos que estamos buscando. Hay una iluminación que genera más productividad y rendimiento (fría, potente y vibrante), y otra que nos tranquiliza y relaja (la cálida y baja en potencia). Hay que saber buscar el equilibrio. Por último, amor y compasión, primero con uno mismo, y si así lo conseguimos, seguramente lo tendremos para los demás, con quienes convivimos en este confinamiento. ¡Este es el imprescindible!

Imágenes cortesía de Ine Tanoira y Magalí Seberian