Todo comenzó mientras dormía: “Una rueda gigante que gira y gira, expulsando gotas de pintura por todos lados, con gran precisión y movimientos simultáneos… era tiempo de avanzar de nuevo; todas las cosas y situaciones anteriores nos habían preparado para este momento particular, para un nuevo paso. Me desperté”, recuerda ALEJANDRO ESTRADA. Fascinado con la idea, comenzó a googlear distintas combinaciones de palabras para encontrar el artefacto de sus sueños, hasta que llegó al “futuro del diseño”: una máquina de control numérico. En ese momento entendió que debían trasformar su tradicional taller de construcción en un nuevo negocio: adquirir el conocimiento para operar la máquina y mirar las cosas desde una perspectiva diferente. El estudio, dirigido por ALEJANDRO ESTRADA, su esposa SANDRA OVALLE y su hijo PIETRO ESTRADA OVALLE, ofrece un amplio catálogo de productos, instalaciones, piezas de arte y servicios de arquitectura.
“Nos dimos cuenta de que teníamos que generar cero residuos, ya que la belleza de un objeto no solo reside en lo que ves como producto final sino todas las prácticas involucradas para lograr esa belleza”.
Cambio de ruta
“Necesitábamos encontrar una manera de retener nuestro conocimiento; una manera que nos permitiría crear tiempo sin experimentar esa sensación de pérdida que sentimos en nuestros primeros proyectos arquitectónicos”, continúa ESTRADA. El primer objeto que crearon fue una gran silla ovalada compuesta por trece láminas de madera que era, en sus palabras, incómoda, pesada y sin propósito. Posiblemente haya sido esa primera experiencia la que redefinió los conceptos esenciales del estudio, que diseña cada pieza pensando en la forma, el material, la construcción y, especialmente, la postura del usuario. A partir de ese momento, y gracias a su amigo ingeniero ESTUARDO DE LA ROSA, comenzaron a fabricar digitalmente piezas que antes no podían, y lograr así precisión, alta calidad, nuevas formas y geometrías pero, por sobre todo, nuevas formas de expresión.
“Lo que sucedió con todos nuestros productos es que fue la reinvención continua de la forma y el concepto: la primera silla S que creamos es completamente diferente de la última”.
Tecnologías primitivas
La verdadera innovación siempre será la del creador: el trazo del lápiz sobre una roca, una pared o el papel. Lo que evoluciona es la herramienta, es decir, lo que el equipo de Piegatto encontró en los procesos productivos y de fabricación digital. “Cuando sabés cómo dibujar una línea, si lo hacés con un palo de madera, tu mano, un lápiz o la computadora es completamente irrelevante. Y cuando sabés cómo dibujar una línea y descubrís formas más precisas de hacerlo, entonces aplicás estas maneras de crear arte. El arte se trata de encontrar nuevas formas de expresarnos. Entonces, la idea era clara: comenzamos con un trazo simple, que se convirtió en la idea para crear un objetivo que luego se convirtió en un prototipo”, explica ESTRADA.
Los materiales orgánicos, el trabajo sobre tramas y terminaciones, las maderas de Guatemala y Finlandia, y el bamboo forman parte del repertorio de Piegatto.
El “calce” de la silla es una de las grandes búsquedas del estudio, eso que desde Piegatto identifican como la conexión que existe entre el cuerpo y el modo en que la superficie toca la piel. Así, las diferentes posturas definen un estado de ánimo y un tipo de actividad. El equipo aplica tres principios básicos para crear la silla perfecta: la belleza, la fuerza estructural y la sensación de confort. Gracias a la combinación del oficio y la tecnología, han logrado esa ecuación de un modo que antes no podrían haber imaginado: “El diseño es un ejercicio personal, pero al mismo tiempo es algo para todos. Es como un acto personal impersonal, porque nunca dejas de pensar en lo que sentiría la otra persona, cómo lo acomodará o lo usará”, sostienen los arquitectos.
Imágenes cortesía de Piegatto