La arquitecta Julieta Núñez estuvo a cargo de la intervención de Fachenzo, quien tuvo en cuenta el propósito “real” de una vidriera: llamar la atención de las personas. A través de una manera escultórica reflejó el espíritu divertido, colorido y descontracturado del local. La idea se materializó a través del juego geométrico de luces, sombras, llenos, vacíos y volúmenes salientes.